domingo, 3 de mayo de 2015

Homenaje a Benjamín Ojeda

UN EJEMPLO

Amigos y hermanos todos: 
A continuación ofrecemos un texto de nuestro amigo José Manuel León como homenaje al inolvidable Benjamín Ojeda     ( q.e.p.d. ), homenaje al que nos sumamos completamente desde estas líneas.





"Subo el tramo largo de las escaleras de mármol blanco, dejando  atrás la ventana del descansillo con sus sevillanos visillos  que miran a la calle. Los cuadros, con las imágenes en diferentes años de las  Estaciones Penitenciales y recuerdos de encuentros entre Hermandades,  parecen  acompañarme en el ascenso.

.-Buenas tardes Señores
.- Buenas tardes Jose Manuel, parece que está aquí el invierno
.- Si, hace fresco

En el Salón de Convivencia de la Hermandad se encuentra un numeroso grupo de hermanos, en animadas conversaciones por grupos, otros apostados en el mostrador, todos sonrientes y felices recordando glorias pasadas e ilusiones futuras de la Hermandad. Entre ellos, y en la esquina de la barra se encuentra el Hermano Mayor.

Intercambiamos, mi mujer y yo, un afectuoso saludo con él y con el grupo que lo acompañaba, como mandan los cánones protocolarios, y entramos en animada conversación con alguno de los allí presentes.

Veo encima del mostrador un sobre color caña y un tarjetón, que resultó ser el modelo de una felicitación navideña con una imagen al efecto, y en el reverso la cruz de Santiago.

Comento la finura y exquisitez del dibujo, que me permitió recordar una tradición que las Juntas de Gobierno de la Hermandad de otras épocas tenían con los hermanos en las fechas tan señaladas como la Navidad, y que recuerdo de mis años mozos, cuando a mi casa llegaban la consabida cantidad de felicitaciones, hoy perdidas.

.- Os gusta, nos preguntan.
.-Es un dibujo muy fino, muy bien hecho,….muy tradicional, respondo
.-Pues él es el autor de esa maravilla, ¿lo conoces?
.- Si, pero ahora no recuerdo  su nombre.
.- Benjamín, te presento a Jose Manuel, dijo el Hermano Mayor.

 Un hombre enjuto, de mirada aguda, sonrisa franca, pelo y bigote canosos,que acentuaban su elegante porte y un hablar pausado, me da la mano. Una mano que en el  aprieto demuestra franqueza en el saludo y seriedad en el talante.
.- Gracias. Me alegro que te guste. Tengo la afición del dibujo, dice mientras su dedo índice señala algún cuadro de la estancia, y como el Hermano Mayor me ha pedido que lo dibuje, pues le traigo este boceto.
Ahí empezó la conversación aquel día de otoño en que la Providencia me presentó de manera directa a Benjamín Ojeda. Ahora creo entender que Él lo tenía preparado.

En Benjamín descubrí, que hay, había, más hombres que eran maestros en un arte que había empezado a conocer con mis padres, y continuado con mis dos maestros que me enseñaron mi profesión: la educación, la humanidad, el respeto a los demás y lo que es más importante y algo en desuso hoy: el talante para comprender y respetar.

Desde ese día comprendí que Benjamín era una persona que podía guiarme e introducirme más profundamente en los entresijos del mundo de las hermandades,  y transmitirme su aprendizaje en la experiencia de la vida. No hubo momento que intercambiara conversación con el que no fuera un enseñarme. Siempre que lo miraba reflejaba la bondad en su rostro, a pesar de los desagradables avatares que la vida le había deparado. No había mirada suya que no transmitiera un silencioso mensaje de ánimo.
Todo el que se acercaba se llevaba una dosis de bonhomía que repartía gratuitamente, señalando que ese camino es el correcto. No había persona apesadumbrada o enfadada que no saliera reconfortada de su trato amable y cariñoso. Trato que te recuerda al que te presta un abuelo muy cariñoso. Todo y siempre la educación en persona.

Ha habido bastantes momentos en que me demostró su empatía hacia a mí y mi mujer. Recuerdo que nos regaló una lámina de la Titular de nuestra Hermandad, que tengo enmarcada en mi casa, dedicada por él a ambos. Cuando le di las gracias, me dijo: “si no es para ti, es para tu mujer”. Era de un trato, como he dicho,exquisito y cercano

Cuando decidí iniciar dentro de la Hermandad una andadura diferente, tuve con él una conversación al respecto, pidiéndole consejo y pidiéndole su ayuda activa, participación conmigo en la aventura. Lo que declinó por su enfermedad, que aunque estacionaria en ese momento, no le permitía una buena calidad de vida, lo que le achicaba el ánimo que le caracterizaba.

Hasta el último momento de su existencia, en la confortable pero fría habitación en que estaba ingresado, tuvo amables detalles conmigo y conversaciones que demostraba que no perdía su talante descrito, e incluso bromista, agradeciéndome la compañía que le daba. El Cristo de la Salud se lo llevó para que le organizara permanentemente  los cultos allá desde donde nos contempla, viendo como deshacemos lo que a El tanto le costó hacer.

Tuve el honor de que el Hermano Mayor me permitiera añadir a mi cargo en Junta el de Cultos, que él había dejado huérfano; y los Priostes el que fuese yo el que colocase el lazo negro en el varal, en la salida procesional de ese año, sabedores todos de la mutua amistad que nos profesábamos.

De mi amigo,…..de nuestro amigo Benjamín, aprendamos todos que hay que ser ser un buen profesional en el ámbito en que te desenvuelvas, que es  bueno  ser hermano de la Carretería, del Silencio o cualquier otra que imprima el sello de buen cristiano, que es de bien nacido prestarse a ayudar a quien se acerque a solicitarlo, que es de buen talante el reconocer lo que hacen otros aunque no sea lo que tu harías, que el avance de la obra humana se hace con la altura de miras de engrandecer la que heredas, que tú puedes opinar pero no juzgar. Pero  lo que es imprescindible aprender  de mi maestro, de nuestro hermano y  maestro,Benjamín es………..  a ser un hombre bueno.
Sevilla a 11 de abril del 2015

Jose Manuel Leon Asuero "